Entrenando para Maratón Nado Manhattan
“Un día muy especial”
Lo qué pasa cuando tus amigas están cerca…
El fin de semana tenía planeado hacer un entrenamiento de natación en el Lago de Zirahúen en el Estado de Michoacán, como parte de mi programa para el Maratón de Nado alrededor de la Isla de Manhattan. El entrenamiento consistía en nadar por lo menos cuatro horas continuas a una temperatura de 18° centígrados.
Durante la semana me preparé para el frío, me bañé todos los días con agua fría, en las noches dormí muy ligerita, durante el día, aún siendo febrero en la ciudad de México, estuve vestida con ropa muy primaveral y sobretodo, empecé a quitar de mi cabeza la sensación de frío. Nadar en aguas abiertas implica entrenar natación de distancia y nadar en lagos, ríos y mares. Además del entrenamiento propiamente de natación, también hay que entrenar al cuerpo para que éste se acostumbre al agua fría. Normalmente, la temperatura de nuestro cuerpo es 36-37°C, es decir, siempre estamos calientitos y estamos acostumbrados a bañarnos con agua tibia-caliente, a taparnos con ropa gruesa cuando nos da frío, a dormir cobijados y eso lo hacemos toda nuestra vida de tal forma que cambiar esta situación, cuesta mucho trabajo y es parte del reto de nadar eventos como el Maratón de Manhattan y el Canal de la Mancha.
Por otra parte, a mediados de la semana, recibí una pésima noticia, mi entrenadora y su equipo de trabajo no podrían acompañarme al nado. Al recibir la noticia, me solté llorando porque esto cada vez se complicaba y hacer un entrenamiento de esta naturaleza sola era prácticamente imposible. Muy triste y sin saber cómo resolver el problema, le llamé por teléfono a mi amiga Julie y sin pensarlo dos veces, me dijo: ¡yo te acompaño! Al terminar esa llamada, mi amiga Gela que vive en Acapulco, me llamó para preguntarme cómo iba todo y al platicarle lo sucedido, me dijo: ¡yo también voy! Con estas muestras de cariño, ¡mi ánimo cambió por completo! A media tarde, recibo un correo de Gaby, mi amiga que vive en Guadalajara, diciéndome que se enteró de la situación y que ¡también venía a Zirahuén!
Te confieso que desde que Gela, Julie y Gaby me confirmaron que venían conmigo, me emocioné muchísimo y en ese momento supe que iba a ser un entrenamiento muy especial.
En la mañana, el sol estaba increíble el cielo azul hermoso y conforme nos acercábamos al destino, el cielo cada vez más nublado y gris… a la 13:30, aguacero y granizo!!!! Todas muertas de risa en el coche pensando que la nadada se iba a frustrar y yo por dentro, pensando que mientras no hubiera relámpagos yo sí quería nadar. Cuando finalmente llegamos a Zirahúen, el clima mejoró un poco y decidí que sí nadaba, siempre y cuando mi equipo estuviera de acuerdo; ya había dejado de llover y las 3 optaron que sí, que de una vez nadara las cuatro horas. ¡Ahhh siempre sí verdad!
Empezaron las prisas… “Mariel apúrate, ponte el traje de baño, empiezas a las 14:30” …..y yo como loca, cambiándome, comiendo algo y ya lista en traje de baño, con un frío perrón, persiguiendo a un lanchero-pescador, convenciéndolo de remar las próximas 4 horas, con tres acompañantes en la canoa para poder seguirme. Le expliqué al pescador que venía al lago para hacer un entrenamiento de natación para prepararme para un maratón de nado y que si por favor, podría ayudarme.
Le pregunté al pescador… ¿Cómo se llama?, contestó: “Inacio” yo pensé “Ignacio” y me dijo no, Inacio. Aquél hombre, se me quedaba viendo con una cara de asombro que hoy la recuerdo perfectamente…se me quedaba viendo pensando que yo estaba loca…. totalmente!!!! Más por bondad que por convencimiento, aceptó ayudarme en mi “entre…. como se llame esa cosa que va uste a hacer” y le dí un beso de emoción. En eso aparecieron Gaby, Julie y Gela y le presenté a Inacio a sus tres acompañantes.
Me eché al agua empiezo a nadar y con una coordinación perfecta, empieza a llover!!! Seguí nadando…la primera hora con mucho frío e incómoda por la lluvia y viendo que mi equipo estaba a punto de la hipotermia….; creo que la que más sufrió fue Gaby y pobre, hasta se le antojaba una de mis botellas de proteína calientita!! Julie y Gela disque le ayudaban al pobre Inacio a remar para calentarse un poquito y yo como si estuviera patinando en hielo pero nadando!
Así seguí, tratando de no pensar en el frío. Al terminar la segunda hora me sentí bien y ya había dejado de llover….! El lago una belleza y el atardecer hermosísimo, pero lo que más me gustó fue que mi equipo revivió, y las iba viendo que no les paraba la boca….guiri,guiri,guiri…y yo sí pensé….”¡me la estoy perdiendo!”…hasta Inacio hacía unas caras tremendas, de todo lo que oía, ¡ya me imagíno!
Disfruté muchísimo la puesta de sol y los olores. Hacía mucho tiempo que no olía cosas tan ricas. Después de llover un olor a tierra húmeda, luego, olía a pino y a madera; hasta me llegó el olor de una planta que se llama Huele de Noche una delicia. Seguí nadando pensando en la naturaleza que me rodeaba y así, ni cuenta me dí en qué momento pasaron las cuatro horas y cacho. La puesta de sol fue mi premio por haber aguantado el entrenamiento nadando a 18-19
Gracias al apoyo de mis amigas y de Inacio que quedó fascinado y me dijo que de ese día en adelante y cada vez que lo necesitara, él sería mi remero oficial.
Un entrenamiento así fue una bendición. Compartirlo con mis amigas hizo que lo disfrutara y mucho. Al final, cenamos platicando todas las anécdotas, planeamos la siguiente, tuvimos sesión de modelaje de trajes de baño y claro, no faltaron las carcajadas nocturnas que se dan entre amigas. ¡Gracias a las tres por acompañarme!