Celebrando el Maratón de Nado de la Isla Manhattan

Escrito a los pocos días del 6 de junio del 2009, haciendo relación al nado… ¡Hoy estoy celebrando!

“¡6 de junio del 2009!   Llevo con esa fecha en la cabeza desde noviembre del año pasado, cuando se abrió el proceso de inscripción para el Manhattan Island Marathon Swim (Maratón de Nado de la Isla de Manhatan). El maratón consiste en nadar 46 kilómetros alrededor de la isla, empezando por el río Este, continuando por el Harlem hasta el río Hudson y terminar en el mismo punto de salida, Battery Park. La Vuelta a Manhattan es uno de los eventos de aguas abiertas de mayor importancia a nivel mundial.

La distancia de la prueba son 46 kilómetros; la temperatura del agua similar a la del Canal de la Mancha, entre 17-19°C, se debe nadar sin neopreno, con traje de baño convencional una sola gorra y goggles. El nado se hace de manera ininterrumpido y los nadadores no pueden detenerse y sostenerse en ningún momento de algún objeto que flote o de alguna embarcación.

Finalmente llegó el día, son las 7:20 am. Soy el número 10 y  escucho en el altavoz mi nombre, me toca echarme al agua, me aviento del muelle de Battery Park al agua e inmediatamente se me corta la respiración, ¡está helada! Mi reloj marca 16°C, nado un poco para no perder calor en lo que dan la salida oficial y pienso que no esperaba el agua ¡tan fría!

Entrené más de 6 meses para llegar a este momento. Sesiones de hasta 40 kilómetros de nado a la semana, días en los que nadé hasta 8 horas continuas, baños en agua fría entre 16-18°C, para acostumbrar a mi cuerpo y por fin, ¡llegó la hora de poner todo a prueba!

No lo puedo creer, llevo 15 minutos nadando y me duelen los pies y las manos, tengo frío.  Veo mi mano abajo del agua y está morada, mi respiración está entrecortada y tengo taquicardia, no me gusta, estoy nadando y no me siento cómoda.  Trato de nadar abriendo y cerrando las manos y moviendo los pies para quitarme el dolor. Me concentro en mi respiración, y pienso: tranquila, no es la primera vez que te pasa esto y sigo nadando.  Gela viene remando en el kayak a  mi lado y me sonríe cuando volteo a respirar, y le sonrío de regreso y pienso que no voy a dejar que el frío y el dolor echen a perder tantas horas de entrenamiento.  Tanto entusiasmo, tanto apoyo de quienes han estado conmigo en este proyecto desde el día uno y, sobretodo, tantas ganas de nadar esta prueba.  No, esto no funciona así, y claro que mi cuerpo se está defendiendo del frío y le envía señales de alarma a mi cerebro para que me detenga y me salga del agua, pero no, aquí  me quedo y sigo nadando.

 

Cuando volteo hacia adelante veo que estoy a punto de pasar por debajo del primero de los 34 puentes del trayecto, el Queensborough Bridge, y  me volteo para nadar de dorso y disfrutar la vista….¡que imponente! Estoy pasando por debajo de esta estructura de acero majestuosa y voy ¡nadando! En un momento,  me doy cuenta que ya no tengo frío, ya no me duele nada y ahora sí, voy disfrutando el camino. Al  llegar al edificio de Naciones Unidas me siento feliz de estar ahí. Volteo a respirar y veo a Gela en el kayak que está gozando la vista espectacular y al respirar del otro lado, veo a mi papá en la lancha que me sonríe y le hago una sonrisa muy grande.

Llegar al río Hudson me tomo casi 5 horas,  digamos que ya llevo poco más de la mitad de la prueba, esto sí me da gusto y además ya voy nadando con corriente a favor por el Hudson, aquí si mi entusiasmo está al límite. Al ver hacía  adelante, veo el puente George Washington y me emociona muchísimo saber que en pocos minutos nadaré por debajo del mismo. Pienso en mis hijos, Andrea y Eduardo; si me vieran estarían felices. Ellos han sido mi motor durante muchas horas de entrenamiento y han participado conmigo en este proyecto, cada uno a su manera, de una forma muy especial.  También pienso en el avión que tuvo que acuatizar en el río y todo salió bien, me acuerdo que es 6 de junio una fecha que me trae a la memoria muchas cosas increíbles y; por ultimo, ahora sí veo la carita de muchos niños que serán sometidos a una cirugía para corregir LPH (labio y/o paladar hendido),  todo esto pasa por mi cabeza  y voy nadando por debajo del ultimo puente; ¡ya falta poco!, volteo a la lancha en la que viene mi papá, y veo su sonrisa paciente, su ánimo,  y me hace una cara como de broma y con eso tengo suficiente para atacarme de risa por dentro y olvidarme de las incomodidades; a seguir!!

Ya estoy muy cerca de la meta,  Battery Park y ahora sí ¡veo que el final de la vuelta a Manhattan está cerquita!  A partir de ese momento, nado todas las ganas y entusiasmo que todavía me quedan y en un momento al voltear a respirar, veo el muelle y veo gente aplaudiendo y echando porras y estando ya casi en la meta, pienso que no quiero que esta prueba termine, la estoy disfrutando muchísimo, me faltan pocas brazadas. Finalmente llego a la escalera del muelle, me salgo del agua y se detiene el reloj; ¡terminé!

Me tomó 8 horas y 8 minutos nadar alrededor de la Isla de Manhattan, quedé en cuarto lugar femenil y en décimo general. Nadé 46 kilómetros que equivalen a 46 cirugías para niños que nacieron con LPH, y que gracias a Quiero Sonreír y a Fundación Alfredo Harp Helú y Fundación Martí  podrán sonreír muy pronto.”

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