Un día en la playa, ¡es lo máximo!
Una semana de muchísimo trabajo, ¡gracias a Dios!, y dos conferencias una que me llevó a Ixtapan de la Sal y la otra a Puerto Escondido, lugar al que tuve que volar el día anterior al evento por cuestion de horarios. No siempre es fácil coordinar las actividades de mis hijos y el fin de semana con trabajo pero en esta ocasión, Lalo y Andrea fueron muy cooperadores y sobretodo pacientes, ¡gracias!
Al llegar a Puerto Escondido, dejé mis cosas en el hotel y pedí un taxi para irme directo a pasar un rato en la playa y poder entrenar lo que no había entrenado en la mañana… el jóven taxista me dice que casi no hay turismo y que por tanto las playas van a estar casi vacías y me lleva a Puerto Angelito, asumiendo que voy a poder nadar ahí…. cuál sería mi sorpresa, ¡la playa estaba llena! Muchas familias pasando el día a la orilla del mar, niños corriendo hacia las olas, otros jugando con la arena, bebés durmiendo la siesta bajo la sombrilla, vendedores de todo tipo de antojos, lancheros ofreciendo paseos y casi excursiones de tres días por toda la costa, y muchas abuelas sentadas a la orilla del mar refrescándose y dejándose llevar por las olas…como dirían por ahí, ¡disfrutando unas buenas revolcadas!
Después de un pic-nic para comer algo, porque estaba muerta de hambre, me metí al mar decidida a nadar y en eso apareció mi lancha! “Mariel” me estaba esperando en el agua y su lanchero me dijo, aquí estoy para lo que se le ofrezca, mi Tocaya estaba lista para acompañarme a entrenar pero antes de empezar, la contrató una pareja que querían hacer un paseo de al menos tres horas así que se fue con ellos y yo me quedé flotando una hora en el mar… una delicia y me cuestioné, si esta manera de estar en el mar, ¿contaría como entrenamiento?… obvio no, pero, ¡qué manera de disfrutarlo!
A media tarde, me fui a Zicatela, ahora sí, para entrenar un rato… recorrí toda la playa caminando, recogiendo pierdas y cochas para hacerme un collar, disfrutando cada paso y cada huella que iba dejando en la arena… conforme pasaban los minutos las olas crecían así que dejé mi bolsa encargada con los salvavidas y les dije que si me echaban un ojito ya que iba a nadar un rato… ya con gorra y goggles, los salvavidas se me quedaron viendo y se atacaron de risa, y yo, muy segura de lo que estaba haciendo, corrí al mar y pácatelas, ¡la bienvenida! Unas olas espectaculares de tres o cuatro metros de altura y una resaca impresionante que por más que nadaba no me movia del mismo lugar… después de una hora, salí del agua y uno de los salvavidas me dijo: “se ve que nada bien, pero con estas olas y la resaca, ni se movió del mismo lugar”…. Tal cual…sin embargo, ¡cumplí mi hora de entrenamiento! Nora, ¡le eché ganas!
Tengo nuevas piedras y conchitas de Puerto Escondido, para mi collar de sirena, unas nuevas revolcadas de las buenas y lo mejor del día: mientras caminaba en Puerto Angelito, vi a dos niñas jugando entre las olas, una de ellas con una sonrisa hermosa pero algo me llamó la atención, me acerqué a ellas y vi que tenía paladar hendido, le pregunté si ya la habían atenido los médicos y me dijo que el labio ya pero que le faltaba el paladar y le dije que yo conocía a unos médicos que podían ayudarla, me dio la mano y me llevó con su mamá…al verme, la mamá se sorprendió y estaba a punto de empezararla a regañar por hablar con extraños y le expliqué la razón… casi con lágrimas en los ojos me explicó que a Camila ya le habían cerrado el labio pero para todo lo demás llevaba mucho tiempo ahorrando y todavía no tenía lo suficiente…. Yo le dije que cuando los planetas se alínean, el universo se encarga de todo lo demás, incluso de pasearme por la playa hasta encontrar una niña que necesita atención médica, así que lo mejor del día fue encontrar a Camila!
Y es que un día en la playa, ¡ es lo máximo!
1 Comment
Amiga !!!! Gracias por compartirnos tu vida !!!!!!