Un faro a la mitad de la noche …
Un recuerdo de hace muchos años aparece en mi mente …
Estoy muy mareada y sin embargo lo recuerdo como si hubiera sido ayer…
Una noche de hace mucho años, probablemente más de 40, sentada en la terraza viendo el mar, me llamó la atención una luz que aparecía y luego desaparecía y no entendía por qué pasaba esto, todas las demás luces no se pendían y se apagaban pero esa luz, que además brillaba más que todas se prendía y se apagaba todo el tiempo… “papi, ¿por qué esa luz se prende y se apaga? “Esa luz se prende y se apaga porque es el faro que guía a los barcos para llegar con bien a puerto.” El FARO, nunca antes había escuchado es palabra y tampoco nunca había visto un faro… de día no se veía o al menos desde el lugar lejano que yo estaba no distinguía nada en la montaña de la Isla Roqueta que fuera lo que decía mi papá: el faro.
A la mitad de la noche, nadando el Canal de Moloka’i, me sentí tremendamente mareada, seguía nadando pero tenía mucho malestar y me costaba trabajo tener un punto fijo de referencia que me ayudara a reducir el mareo, la luz del kayak se movía al igual que la luz colocada en la la banda de los goggles de Nora que también se movía, al mirar al frente en ocasiones, por el oleaje no alcanzaba a ver la luz de la embarcación, que cuando sí la veía ¡también se movía! Seguí nadando mareada esperando no llegar a un punto de crisis… en un momento al ver al frente vi dos luces, una más brillante que la otra y pregunté a Nora y al kayakista quien nos señaló que era el faro de O’ahu y dijo hacía allá vamos…
En ese instante recordé la historia del faro… y mientras nadaba pensé que en muchas ocasiones la vida nos marea con las diferentes circunstancias que se nos presentan e inclusive ese mareo nos puede desviar del objetivo al grado de abandonar metas y proyectos, la vida nos puede marear con miedos, inseguridades pero también con situaciones que al parecer nos crecen y nos fortalecen y en realidad no lo hacen así y solo nos apartan de lo que realmente es relevante… Al ir nadando me di cuenta que es muy fácil caer en ese mareo y hay que sobreponerse a él para seguir adelante … pensé: necesito un punto fijo, y lo encontré, ¡el faro!
Esa luz que te hace ver con claridad hacia donde vas y te va guiando hasta llegar a tu objetivo. Recordé la historia del faro y empecé a nadar sonriendo, tan así que una aguamala me picó en la boca y hasta la lengua y los dientes me dolieron y al quejarme Nora me dijo, cierra la boca, pero no la cerré, estaba sonriendo pensando en que ese faro frente a nosotras nos estaba guiando para llegar con bien al puerto. El faro de Oah’u, a la mitad de la noche, no solamente fue un punto fijo que me ayudó a reducir el mareo sino también fue la luz que necesitaba para ver con claridad hacía dónde iba y nos fue guiando hasta llegar a puerto. La luz del faro también, iluminó mi mente para ver lo relevante del camino de mi vida.