La esperanza no tiene límites …

 

Domingo 6 de agosto 2017

Hay momentos en la vida en que las palabras no son suficientes para expresar lo que siente el corazón…

Hoy es uno de esos días. En mi mente tengo la imagen de flores flotando en el mar mientras una gaita se escucha, con ese canto melancólico, triste pero a la vez profundo que toca las cuerdas más sensibles del corazón. Cada flor representa a una persona cuya vida fue tocada por el cancer y una de esas flores tiene el nombre de Eduardo…mientras veo las flores flotando en el mar, de mis ojos escurren lágrimas, no hay forma de detenerlas como tampoco hay forma de detener las flores que comienzan a navegar con la corriente que algún destino las llevará… mientas tanto, la gaita sigue sonando.

Hace tres años, quise participar en el evento Swim Across the Sound, un maratón de 25 kilómetros que inicia en Port Jefferson y termina en Bridgeport, Connecticut, y cuyo recorrido en el agua es cruzar a nado el Long Island Sound. Este evento se ha organizado desde hace 30 años para beneficiar al centro de cancer SWIM del Hospital St.Vincent y que atiende a la comunidad más vulnerable de la zona, incluyendo personas sin seguro médico.  Ese año, hubo contingencia de tormenta y a todos los nadadores nos sacaron del agua; al subirme a la embarcación le llamé a Eduardo enojada y al mismo tiempo decepcionada por la situación y me dijo: “ya habrá un momento para nadar el Sound…, ya regresarás”.  Ayer, mientras cruzaba en ferry a Port Jefferson empezó una tormenta y pensé que se repetiría la historia…

Si hubo tormenta pero pasó rápidamente y el evento de nado se llevó a cabo iniciando con una hora de demora, mucho viento y una lluvia ligera. Al echarme agua pensé, una tormenta más y comencé a nadar.

Conforme avanzaba en el agua cruzando el Long Island Sound veía que muchas embarcaciones me rebasaban, mientras que yo iba haciendo todo mi esfuerzo no lograba avanzar y mucho menos rebasar a alguna de ellas, mis abastecimientos eran rápidos a lo máximo 30-40 segundos y a las ocho horas de nado por más que nadaba no avanzaba, parecía que no había forma de vencer esa corriente que me tenía ahí, haciendo todo mi esfuerzo sin lograr ningún progreso.

No dejé de nadar sabiendo que el tiempo límite para terminar se acercaba y solamente le pedí a mi capitán,  Kevin Blanco que me dejara nadar hasta salir del agua caminado aún y cuando ya no pudiera hacerlo en la meta del evento….solamente quería terminar. Al entrar a la Marina, casi once horas después de empezar a nadar, mis emociones estaban al borde, por un lado orgullosa de que estaba a punto de terminar pero por otro lado sabiendo que el tiempo límite había pasado y seguramente saldría del agua en un lugar distinto a la meta .. me entristecía pensar que no había logrado hacer el nado en tiempo aún y cuando no me había dado por vencida. Mis últimas brazadas antes de llegar a la escalera de salida fueron pensando en esto, no me di por vencida, siéntete muy orgullosa, terminaste y aún y cuando no haya nadie esperándote en el muelle ten esto presente siempre… esto pensaba cuando me sostuve de la escalera y al empezar a subir, escuchaba gritos y porras y una vez afuera del agua, aún con los goggles puestos escuché la bienvenida más especial que he tenido al terminar un nado.

El aplauso y duró unos segundos mientras mis ojos se llenaron de lágrimas de emoción y agradecimiento y entre todas aquellas personas escuché un grito en español .. Felicidades y muchas gracias paisana! Sonreí grande y la directora de Centro de Cancer se acercó y me abrazo y me dijo: “Todos te estábamos esperando, porque la esperanza no tiene fin .. ni plazo de terminación.”

Así es, mi nado fue uno de esperanza para apoyar a personas que están luchando contra el cancer. Después me explicaron que muchas de las lanchas que me rebasaron era porque los nadadores se habían dado por vencidos y regresaban a puerto. Yo no me di por vencida recordando las palabras que leí por ahí.. nunca te des por vencida, pero nunca!

Hoy en la mañana al ver las flores flotando  en el mar,  pensé en que la vida no se da por vencida solamente se transforma y ahora esas flores navegan por el mar, porque la vida no se da por vencida y la esperanza no tiene límite ni plazo de terminación.