Recordando El RETO 2014…
Hace unos días se llevó a cabo el evento de natación en aguas abiertas EL RETO ACAPULCO, y llevo varios días recordando El Reto del año pasado…
Era la primera vez que Andrea nadaría esta prueba. Estaba nerviosa y al mismo tiempo emocionada. Yo decidí que nadaría al mismo ritmo que Andrea y la acompañé durante todo el camino…. Nos tomó casi tres horas cruzar la Bahía de Santa Lucia, desde la base Naval de Icacos hasta La Marina, a un lado del Club de Yates de Acapulco, y cada minuto nadamos juntas. Nos íbamos acompañando, nadando hombro con hombro pero al mismo tiempo, en cada brazada queriéndonos más y más… parecía que nos poníamos de acuerdo y al girar la cabeza para respirar, nuestra mirada se encontraba y no había necesidad de decir nada, yo veía en los ojos de Andrea todo el amor…recordé cuando era bebé, y en su ojo izquierdo tenía una mancha más clara, una marca de luz y al ver sus ojos veía el universo completo. Estar nadando a su lado era como estar nadando juntas, a través de todo el universo.
No es fácil nadar tres horas continuas en el mar, y además, el entrenamiento de Andrea había sido apenas suficiente para esta prueba y sin embargo, su entereza y su forma de seguir nadando aunque yo sabía que estaba cansada, los tirantes del traje de baño le rozaban la piel y cada brazada tenía que hacer más esfuerzo que la anterior, me dejaron claro que Andrea está hecha de una madera que no se hincha con el primer clavado al mar.
Andrea y yo terminamos la prueba al mismo tiempo y al salir del agua, el premio, el mejor reconocimiento posible fue una porra de Lalo que había llegado a la meta casi una hora antes que nosotras y el maravilloso abrazo de Eduardo que nos acompañó todo el camino desde la lancha y cuando ya estábamos cerca de la meta, se adelantó para esperarnos en la playa y recibirnos con un abrazo al salir del agua.
¡Todavía hoy, cierro los ojos y puedo sentir su abrazo! Ese abrazo marcó mi vida, marcó la vida de mis hijos, un abrazo que nos inundó de amor y que hoy es una marca de agua que llevo en mi corazón.
Sin embargo, ese nado, con Andrea, también marcó mi vida…Tengo la impresión de que Andrea no solamente cruzó la Bahía de Acapulco nadando sino que también nadó por aguas de crecimiento y fortaleza que la llevaron de ser una niña a una joven que hoy sabe que la vida hay que vivirla sonriendo, porque su sonrisa mágica alegra cualquier día, aún el más triste y gris, pero que también sabe que la vida no se detiene, que su esfuerzo transforma no solo su propio ser sino su entorno y que sus brazadas por la vida serán brazadas que transformen el corazón de muchas personas.
En la noche, durante la entrega de reconocimientos del evento, al escuchar su nombre, Andrea se levantó de su lugar, tomo una bocanada de aire y antes de dar un sólo paso al frente, volteó a ver a su papá, a Eduardo que estaba sentado junto a ella, sus miradas se cruzaron y en ese instante, el tiempo se detuvo, en una mirada se cristalizó todo el amor, complicidad y magia que puede existir entre un padre y su hija, en un breve momento a través de una mirada, vivieron toda la eternidad. Andrea caminó al frente para recibir su diploma sin quitar su mirada de los ojos de Eduardo y él, supo en ese momento que su niña había logrado mucho más de lo que jamás imaginó para demostrarle su amor. Esa noche, Andrea y Eduardo vivieron un momento mágico, su amor logró detener el tiempo el curso del planeta tierra se frenó por un instante para decirse con los ojos, con una mirada, la profundidad de su amor, Un amor que quedará por siempre en la vida de Andrea como pacto de amor eterno con su papá.
Andrea, tu cumpleaños, celébralo con ese amor infinito y llénate de ese momento en el que tu papá y tu, lograron detener el tiempo para quererse por siempre…