En este viaje que se llama vida…
Por ahí dicen que el agua te hace ser consciente de quién eres….
Hace algunos años, escuché a alguien decir esta frase y me quedé pensando lo que querría decir, en ese momento no entendí el significado o el alcance de lo que quiso decir mi papá en aquélla ocasión y hoy, después de muchos años, me está cayendo el veinte…
37 kilómetros -1 semana
Hace unos días decidí regresar a entrenar al 100% para estar lista para intentar hacer un cruce de manera individual al Estrecho de Tsugaru en Japón, en septiembre de este año. Esta semana fueron 37 kilómetros, de sábado a sábado y con ello, muchas horas en el agua. Cada día, amanecí adolorida de los músculos de la espalda y cuello, todavía cansada aún cuando había dormido relativamente bien, con hambre (no sé por qué la nadada da tanta hambre, ¡hasta sueño que como galletas y pasteles!) y con pocas ganas de echarme al agua y empezar el entrenamiento; sin embargo, me levanto, me tomo un café mientras veo el amanecer, me tomo unos minutos para orar y agradecer y me pongo el traje de baño… ¡el agua me espera!
En cuanto llego a la alberca, el olor a cloro termina de despertarme y me anuncia que estoy a un momento de sumergirme en un mundo distinto, como si con cada clavado iniciara un viaje a un planeta diferente, en el que solo existe mi respiración, mi cuerpo nadando, brazada a brazada, las burbujas que van dejando una estela, una línea que me guía y un reloj que marca el paso de lo que pareciera el ritmo de mi vida… y así pasan 5 kilómetros hasta que salgo de agua y me sé distinta de cuando empecé el entrenamiento, ¡porque le dí la cara y lo enfrenté y además, lo logré y cumplí el objetivo y con ello, soy muy consciente de lo que soy!
Así pasa en la vida, dando la cara vamos dando los grandes pasos en el camino….El sábado, nadé 8 kilómetros en Las Estacas. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto nadar…. desde el momento que me eché el clavado, esa frase que me dijo mi papá hace algunos años, se concretó en mi mente, haciéndome consciente de quién soy, y al darme cuenta de ello, ¡sonreí! Nadé 8 kilómetros llena, completa, contenta, libre, disfrutando, y teniendo muy claro a dónde voy en este viaje que se llama vida… porque estoy convencida de que, ¡no se trata del viaje sino de con quién lo disfrutas!