La primera vez que abrí los ojos adentro del mar…

Recuerdo mi primer nado de aguas abiertas…

En algún momento de mi vida pensé que ese primer nado había sido en 2001 en el Triatlón de Veracruz, en el que participé como parte de un relevo, a mí me tocó nadar.  Andrea tenía nueve meses y Lalo tenía poco más de dos años; un viaje familiar que incluyó a mi abuelita María, a mi Tía Alejandra, mi papá y mi mamá y mis hijos, básicamente dos bebés. Eduardo no había podido acompañarnos pero también estaba entusiasmado de mi participación en el triatlón. Ese nado, marcó el regreso a nadar después del nacimiento de mis hijos y fue una manera de retomar la vida y vaya que así ha sido hasta el día de hoy.

Sin embargo, mi primer nado en aguas abiertas, fue muchos años antes… Hace unas semanas empecé a escribir mi segundo libro y para hablar de lo que estoy viviendo hoy en día, he tenido que remontarme a muchos años atrás, para explicarme al menos a mí misma, quién soy y por qué y cómo he llegado a este punto… en ese proceso de regresar en el tiempo y revivir momentos, recordé el día que nadé de la playa de Icacos a la Playa de el Hotel Elcano en Acapulco, que serán unos 500 metros, cuando tenía nueve años y ¡preferí nadar que regresarme caminando!  Estaba acalorada, las plantas de los pies me ardían de la caminata en la arena y decidí que la mejor manera de regresar sería nadando; y ¡así lo hice!

Ese día descubrí que puedes abrir los ojos adentro del mar y no te arde pero si te cae una gota te arde horrible, descubrí que si te revuelca la ola, nada hacía adentro para que no te revuelque la siguiente ola, descubrí que había unos peces chiquititos plateados que nadaban todos juntos, descubrí que para salir del mar había que esperar una buena ola para agarrar vuelito y salir con ella….y descubrí que cuando se seca el agua, granitos de sal se quedan pegados en la piel. ¡He revivido ese momento como uno de los más memorables de toda mi vida!

Este sábado voy a tener en mente este nado tan especial, durante mi entrenamiento de 8 horas de nado continuo que haré en la Bahía de Acapulco, como parte de mi preparación para el Canal de Molokai en Hawaii. Ocho horas que voy a nadar llenándome de esa energía mágica que sentí hace casi 40 años y que hoy me mantiene dando brazadas día a día, descubriendo la magia del mar y del universo que me rodea.

 

P.D., Si ese día Antonio Argüelles nada el Estrecho de Cook, en Nueva Zelanda, lo acompañaré un buen rato… ¡8 horas! Por lo tanto, lista mi gorra de Cook!