A dos meses de haber iniciado el camino del frío…

 

Hace dos meses inicié el camino del frío…. entrenamiento en agua fría dos veces a la semana para ir aclimatando mi cuerpo para nados futuros. Gracias a dos buenos amigos,  he tenido  la oportunidad de nadar en una alberca sin calefacción. El primer día que nadé ahí fue el 9 de octubre, el agua estaba entre 16-18 grados y la sentí helada; ese día nadé 3 kms y salí corriendo a la regadera de agua caliente.

Conforme pasaron algunas semanas, el agua fue bajando y a principios de noviembre el agua estaba entre 15-17 grados y aún con frío me fui sintiendo más cómoda, incluso sin necesidad de usar tapones en los oídos y haciendo vueltas maroma al llegar a la orilla para comenzar de nuevo. Aproveché los días de frío para nadar entre 4 y 5 kms cada sesión. A finales de noviembre, para celebrar mi cumpleaños nadé un par de días en La Jolla, California y podría decir que esos nados se han convertido en mi primera graduación, la del pre-kinder del frío. ¡Celebré mi cumpleaños nadando con un corazón!

Las semanas posteriores al 23 de noviembre, la temperatura había bajado más y el primer día que estuvo entre 13 y 14 grados, nadé los primeros 500 mts., sin poder dar vuelta de maroma, y durante esos primeros metros,  me dolía la cara y el pecho del frío, las manos se me empezaron a engarrotar muy pronto y los dedos de los pies no los sentía, pensé que se me habían caído en algún momento… nadar un kilómetro fue un reto, 18 minutos en el agua, quise intentar llegar a media hora.  y Para ello, tuve que animarme a dar vuelta de maroma… la primera sentí que todo el frío se me metía por los oídos pero empecé a nadar de manera continua y logré hacer dos kilómetros más, para completar 3kms.

He aprendido que una muy buena forma de recuperar calor rápidamente es secarme inmediatamente al salir del agua y vestirme arropada y caminar o trotar, sin embargo ese día salí corriendo del agua a la regadera de agua caliente y después a vestirme en el sauna. Después de unos 20 minutos, seguía sin sentir los dedos de los pies, pero me los revisé y sí los tenía completos.

Hoy fue mi segunda graduación del frío, diría que fue mi graduación de Kínder. Nadé en un pequeño lago cerca de la ciudad de México. Un lugar bellísimo rodeado de montañas boscosas.  El día amaneció hermoso pero muy frío y en un momento, pensé en dejarlo para otra ocasión pero le había pedido a Lalo mi hijo que me acompañara y como a las 9 de la mañana me dijo que ya estaba listo. ¡Había que aprovechar la compañía! También llevamos a Milo mi perrito para que paseara un rato. Al llegar al lago, aunque había un día soleado esplendoroso, hacía mucho frío y mientras me quitaba mi playera y pants, Lalo me dijo que estaba loca de nadar así, “pues sí pero ya estamos aquí, voy a aprovechar aunque sea un ratito”. La verdad es que mejor ni pensar tanto, me quité rápido la ropa,  me puse gorra y goggles, me tomó Lalo una foto y al agua.

Todavía no proceso todas las sensaciones pero ¡nadé una hora y 28 minutos a 12 grados Centígrados y no me fue tan mal!  Cuando terminé de nadar y me acercaba a la orilla para salir, Milo ladraba como si estuviera viendo al monstruo del lago verde, ¡ese monstruo era yo! Me sequé lo más rápido que pude con mi playera porque no llevaba toalla, ¡no podía creer que se me hubiera olvidado! Me vestí como pude, y al coche con la calefacción a todo. Durante el camino de regreso, no dejaba de tener frío y de temblar. Al llegar a mi casa, me bañé con agua caliente y seguía con frío. No fue sino hasta que me comí una deliciosa quesadilla de flor de calabaza con tortilla recién hecha e inflada, con salsa verde picosa que me regresó el alma al cuerpo y se me quitó el frío.

Gracias Lalo por acompañarme hoy. Gracias Fernando y Alba por invitarme a la alberca en la que me he preparado cada día para el frío. Gracias René por invitarme al lago. Gracias a todos los que son parte del lago.  Finalmente también, gracias Andrea y Lalo porque cuando siento que ya no puedo, su amor me anima a dar una brazada más.